Hoy les quiero contar tres historias de mi vida. Nada especial. Sólo tres historias.
Así comenzaba uno de los discursos más sobrecogedores de la historia del mundo empresarial. Era de Steve Jobs, fundador de Apple. Le invitaron a clausurar el año académico de la Universidad de Stanford en 2005. Prosiguió así:
“Dejé la Universidad de Reed tras los seis primeros meses, pero después seguí vagando por allí otros 18 meses más o menos, antes de dejarlo del todo. ¿Por qué lo dejé?
Esto comenzó antes de que yo naciera. Mi madre biológica era una estudiante joven y soltera, y decidió darme en adopción. Ella tenía muy claro que quienes me adoptaran tendrían que ser titulados universitarios, de modo que todo se preparó para que al nacer fuese adoptado por un abogado y su mujer.
Solo que cuando yo nací, estos decidieron en el último momento que lo que de verdad querían era una niña. Así que mis padres, que estaban los siguientes en lista de espera, recibieron una llamada a medianoche preguntándoles: “Tenemos un niño que no habíamos planificado; ¿lo quieren?”
“Por supuesto”, dijeron ellos.
Steve Jobs podría haber comenzado su discurso hablando de la importancia de las universidades, o aportar datos de las ventas de ordenadores en el mundo. Pero ese discurso se habría olvidado pronto. En su lugar, empezó de la mejor forma en que se puede empezar: “Quiero contar una historia”.
Las historias se recuerdan, los datos no
Y es que esta afirmación es la respuesta a nuestra pregunta. Cuando intentamos escribir desde lo técnico o utilizando la forma lógica en la que pensamos (desde lo macro a lo micro) perdemos a nuestra audiencia. ¿Por qué? fácil, porque no conectamos desde un inicio.
Si te pones a pensar en tu serie o novela favorita, repasa la estructura. Los grandes escritores o guionistas utilizan el suspense, una historia personal, una paradoja, etc.. para atrapar la atención:
Gabriel García Marquez en Crónica de una muerte anunciada comienza con:
“El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo”
La casa de Papel inicia con la historia personal de Tokio, hablando en primera persona:
“Me llamo Tokio, pero cuando comenzó esta historia no me llamaba así. Esta era yo y este el amor de mi vida, la última vez que lo vi lo deje en un charco de sangre con los ojos abiertos”
Tranquilo, sabemos que no eres Gabriel García Marquez y tampoco deberías. Cada uno cuenta las historias de manera diferente. Solo en un mundo ideal podrás tener una historia perfecta, lo importante es seguir avanzando.
Si estás empezando a escribir tienes que tener en mente lo que es interesante para ti como espectador y no como escritor. Simplifica. Céntrate. Hazte preguntas como ¿Por qué debes contar esta historia? . Reconoce que es lo que te atrae de tus historias favoritas. Ponlo en papel. Desestima la primera cosa que se te venga a la mente, no te quedes con lo obvio.
Hay muchas recomendaciones con las cuales iniciar, pero lo primero es escribir como tal. Al cerebro humano le encanta divagar, y es mucho más común de lo que piensas que en el proceso creativo, divaguemos mucho tiempo antes de llegar al tema importante. Por lo que si no ponemos pasos claros o imponemos un límite de tiempo, el proceso puede durar más de lo necesario.
¡Escribe!
Algunos datos que podrían servir:
Les dejamos el video del discurso de Steve Jobs (si necesitas motivación, miralo! son solo 15min)
Además, les contamos que el extracto inicial del discurso fue sacado del libro Storytelling de Carlos Salas, una muy buena recomendación si buscan técnicas y consejos de escritura.